Categoría: Novedades

  • Diario de una escritora: con la emoción a flor de piel

    Diario de una escritora: con la emoción a flor de piel

    Me siento como si hubiera cruzado una de las metas más especiales de mi vida. Ya estaba apagando el ordenador para irme a casa, pero no he podido evitar volverlo a encender para escribir estas líneas que, seguramente, quedarán algo desordenadas porque estoy embriagada de sentimientos.

    Acabo de terminar mi segundo libro. El libro sobre el embarazo, que entregaré en las próximas semanas y que si todo va bien veré en algún aparador de alguna librería a finales de año o a principios del otro.

    Voy con un año de retraso… como la mayoría de proyectos que se han visto destartalados por la pandemia, pero ahora mismo me da absolutamente igual.

    Me siento liberada por cerrar un proyecto enorme, como una gran carrera que haya preparado con meses y meses de antelación… Me siento agotada de darle al coco, de leer y reescribir, igual que después de una carrera de tanto correr, de subir y bajar, de superar altos y bajos… Me siento vacía después de estar ligada a este proyecto durante tantísimos meses, como tras una competición de aquellas importantes, que cuando cruzas la meta y te levantas al día siguiente te das cuenta que te has quedado sin objetivo.

    Pero por encima de todo me siento emocionada. El libro es muy íntimo; si os animáis a leerlo (aunque de momento sólo saldrá en catalán) espero que entendáis esta intimidad como un regalo y no como una ostentación.

    Despojarme de unos recuerdos tan íntimos me provocó muchas dudas pero ahora me siento orgullosa de ello.

    Necesito descansar, como tras cualquier competición. Tomarme unos días de reposo para valorar bien el resultado y analizarlo en frío, pero ahora mismo quiero disfrutar del subidón emocional que me ha invadido y quería compartirlo con vosotros, al igual que hago tras una competición.

    Gracias por leerme, por seguirme y por estar a mi lado.

  • Diario de una escritora: cuando lo tienes a tocar

    Diario de una escritora: cuando lo tienes a tocar

    ¿Sabéis cuando quedan pocos días para una carrera importante, el gran volumen de trabajo está hecho y únicamente queda concentrarse en controlar todas aquellas cosas que uno puede controlar y dejar de lado todo lo demás?

    A vosotros no sé si os pasa, pero para mi, son unos días algo contradictorios. A menudo, me queda un mal sabor de boca de los entrenamientos que hago, las sensaciones no acostumbran a ser buenas, tengo pesadez, un poco de pereza… ¡Pero al mismo tiempo tengo la emoción y las ganas a flor de piel!

    Vengo de una época de currar mucho, durante la cual he pensado poco porque tenía suficiente trabajo en sumar y sumar y, en algunos momentos, en sobrevivir a las cargas sin venirme a bajo. Y, de golpe, los entrenamientos aflojan, tengo más tiempo para otras cosas, también para pensar… (mal asunto) y aquel objetivo que quedaba tan lejano… de repente, me doy la vuelta, y lo tengo a tocar. 

    Navego entre las ganas y el respeto. Sé que he trabajado duro y a la vez tengo muchas dudas. 

    Es el momento de afinar, de hacer los últimos retoques, de descansar bien, de alimentarse e hidratarse bien, de no meter la pata con cualquier tontería que podría pagar muy cara.

    Pues todas estas sensaciones no se apartan demasiado de las que estoy viviendo ahora que he cerrado ya el libro. Hace un par de semanas escribí las últimas líneas. Como escritora, al igual de como corredora y en la gran mayoría de los aspectos de mi vida,  soy de las que cuando da un paso, no se vuelve atrás. Es decir, que en mis escritos y mis libros, cuando los he terminado, aunque los repase diez veces, no acostumbro a hacer demasiados cambios.

    Aún sabiendo esto, los leo una vez y otra y otra, para intentar que no se me escape nada.

    Pues me encuentro en esta tesitura: el libro está terminado (un hecho súper emocionante, la verdad), como los entrenamientos antes de una gran competición. Pero a la vez, ahora siento aquella pereza y un poco de vértigo de repasar todo el trabajo realizado durante tantos meses. 

    Y aunque soy consciente de que he currado duro y a conciencia, siempre tengo aquella duda de no haberme equivocado en alguna cosa y que me dé cuenta de ello demasiado tarde.

    Pero, como en las competiciones, esta incertidumbre calculada es la que pone la emoción a nuestra profesión. Nos ponemos a prueba delante de otras personas: en carrera nos ponemos a prueba con nuestras contrincantes y compañeras y en la escritura nos ponemos a prueba ante la opinión pública y nuestros lectores que van a dictaminar si el trabajo de tantos meses ha valido la pena.

  • Diario de una escritora: con las manos en la masa

    Diario de una escritora: con las manos en la masa

    Hace unos días os contaba que estoy llegando a las últimas fases de mi nuevo libro. Esto de los libros es apasionante, pero es más largo que un parto y mirad que el mío fue ultrero…

    Va a ser mi segunda creación en solitario, pero este será mucho más íntimo. Mi primera incursión editorial fue de la mano de Zaid Ait Malek quien, de forma muy generosa, me regaló su historia para que la plasmara desde mi punto de vista sobre el papel.

    Aquel fue un viaje conmovedor que me transportó a otra cultura y me permitió conocer a personas increíbles.

    Para este, he buscado en lo más adentro de mis entrañas y nunca mejor dicho. En él, también realizo un viaje fantástico durante una de las épocas más inolvidables de mi vida: el embarazo.

    Estoy todavía barajando diferentes títulos pero todos ellos estarán relacionados con el amor. El amor hacia un hijo y el amor hacia correr.

    Escribir no es tan distinto que preparar una carrera importante. Debes planificar bien y con tiempo, tener claros los objetivos, ordenarlos y ponerlos en el lugar preciso en el momento adecuado para que todo cuadre y se llegue al momento culminante con las mejores condiciones.
    Hay que ser muy persistente y paciente. Hacer, rehacer, repetir, descansar y repetir de nuevo. Hay días en que lo tirarías todo a la basura y otros en que los dedos fluyen sobre las teclas del ordenador del mismo modo que los pies enlazan una zancada tras otra como un baile.

    Las últimas fases congregan una mezcla importante de sentimientos contradictorios que van desde el cansancio, pasando por la emoción de estar llegando al momento deseado y la incertidumbre de si el trabajo realizado ha sido el adecuado y el esfuerzo habrá valido la pena.

    De momento, todavía me encuentro con las manos en la masa, el delantal puesto y el molde de las magdalenas esperando sobre la plata del horno con este precalentándose.

    Cada día más cerca de verlo terminado, cada día más cerca de compartirlo con vosotros.