Hace unos días os contaba que estoy llegando a las últimas fases de mi nuevo libro. Esto de los libros es apasionante, pero es más largo que un parto y mirad que el mío fue ultrero…
Va a ser mi segunda creación en solitario, pero este será mucho más íntimo. Mi primera incursión editorial fue de la mano de Zaid Ait Malek quien, de forma muy generosa, me regaló su historia para que la plasmara desde mi punto de vista sobre el papel.
Aquel fue un viaje conmovedor que me transportó a otra cultura y me permitió conocer a personas increíbles.
Para este, he buscado en lo más adentro de mis entrañas y nunca mejor dicho. En él, también realizo un viaje fantástico durante una de las épocas más inolvidables de mi vida: el embarazo.
Estoy todavía barajando diferentes títulos pero todos ellos estarán relacionados con el amor. El amor hacia un hijo y el amor hacia correr.
Escribir no es tan distinto que preparar una carrera importante. Debes planificar bien y con tiempo, tener claros los objetivos, ordenarlos y ponerlos en el lugar preciso en el momento adecuado para que todo cuadre y se llegue al momento culminante con las mejores condiciones.
Hay que ser muy persistente y paciente. Hacer, rehacer, repetir, descansar y repetir de nuevo. Hay días en que lo tirarías todo a la basura y otros en que los dedos fluyen sobre las teclas del ordenador del mismo modo que los pies enlazan una zancada tras otra como un baile.
Las últimas fases congregan una mezcla importante de sentimientos contradictorios que van desde el cansancio, pasando por la emoción de estar llegando al momento deseado y la incertidumbre de si el trabajo realizado ha sido el adecuado y el esfuerzo habrá valido la pena.
De momento, todavía me encuentro con las manos en la masa, el delantal puesto y el molde de las magdalenas esperando sobre la plata del horno con este precalentándose.
Cada día más cerca de verlo terminado, cada día más cerca de compartirlo con vosotros.